8 de enero de 2015

Nuevo año, mismos problemas, nuevas ilusiones

El final de un año y el inicio de otro, aparte de para contar un giro más de la Tierra, sirve para hacer balances, pensar en nuevos retos, etc.

Respecto a lo primero, veo mis últimas entradas y las descubro cada vez más escasas: no quiero hacer entradas simples y me falta el tiempo para hacerlas tan completas como quisiera. Pero tampoco quiero que pasen meses sin escribir nada. Me descubro sin tiempo, saturado con unas clases cada vez más numerosas, más complicadas por la realidad de cada alumno, sin tiempo para hacer todo lo que quiero/debo hacer. La eterna sensación de ir un paso por detrás mientras la realidad me arrastra. Intento apagar fuegos,  solventar problemas, mediar, solucionar aquello que me desborda, ... pero no puedo mirar a otro lado. Alguien me dijo que la ONG de los profesores es su colegio, su instituto, ese lugar en el que no faltan problemas que resolver. Sin embargo, la sensación de querer frenar el mar con las manos no me abandona. Y ese es el balance. 
¿Propósitos? Seguir haciendo aquello en lo que creo. Tratando de cerrar heridas, aunque sea con tiritas, regalar abrazos a espaldas cansadas de las mochilas que les impone la vida. Y una nueva ley de educación que olvida todo esto y convierte a las personas en máquinas. Qué atrevida es la ignorancia.



Y no puedo olvidar que hoy todos somos Charlie Hebdo. 


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